Jack Attack!
En el mundo empresarial hay toda clase de individuos, y en el campo de la informática, al haber crecido tan rápido y mover tanto dinero, hay tanto empresario, canallita y puñaladas traperas que hay de sobra donde elegir. Una de las jugadas maestras que más me gustan en este tema no tiene que ver directamente con el MS-DOS ni con los PCs. Así que aunque en su momento fueran «la competencia» me gustaría contar un poco la historia de cómo Jack Tramiel se hizo con Atari en 1984. Pero como siempre que hablo de la historia, para entenderlo todo primero hay que ver cómo se llega hasta ahí.
Jack Tramiel, un tiburón de los negocios
El primer actor y principal protagonista de esta historia es, por supuesto, Jack Tramiel. Se puede ver un buen resumen de su vida en la Wikipedia, aunque yo lo resumiré aún más. Jack era un polaco de nacimiento en el peor momento para ser polaco de la historia reciente, durante la invasión nazi a su país. Después de pasar por un par de campos de concentración, incluido Auschwitz, acabó en EEUU trabajando para el ejército. Fundó una empresa para importar máquinas de escribir checoslovacas llamada Commodore en Canadá, dado que Checoslovaquia pertenecía al Pacto de Varsovia y por lo tanto era aliada de la URSS, el archienemigo de EEUU. Pocos años después los japoneses entraron en el mercado tirando los precios y hundiendo su negocio, así que se vio obligado a vender una parte de la empresa a Irving Gould para reflotar Commodore.
A continuación lo intentó con máquinas de sumar mecánicas, lo cual iba bien hasta que los japoneses volvieron a arrasar con productos más baratos. Después de un viaje a Japón para ver lo que se cocía por allí probó con calculadoras electrónicas utilizando un chip de TI (Texas Instruments). Esta cuando vio lo grande que era este mercado pensó que podría sacar un producto completo ella, dando como resultado una calculadora a menor precio final que el chip que le vendían a Tramiel. ¿El resultado? El esperado, Commodore fuera también de este mercado, aunque esta vez por culpa de su proveedor y no de los japoneses.
Como siguiente movimiento, Jack vendió otro trozo más de Commodore a Irving Gould para poder seguir en el negocio y con el dinero compró MOS Technology, los creadores del procesador MOS 6502 que llevaban entre otros los ordenadores de Apple, y así entró en el negocio de los ordenadores personales. El crecimiento de Commodore como fabricante de microordenadores fue exponencial. Primero el PET, luego el VIC 20 y, sobre todo, con el C64 arrasaron, siendo este último el ordenador personal más vendido del momento.
Hasta ahora, explicándolo así, puede dar la sensación de que Jack Tramiel era un buen tipo al que la vida no paraba de darle golpe tras golpe. Que si los alemanes, que si los japoneses, que si otra vez los japoneses, que si TI… pero no, este hombre no era precisamente una hermanita de la caridad, era un empresario duro y sin escrúpulos. ¿Ejemplos de por qué digo esto? Daré dos, uno «bueno» y otro «malo».
El Jack Tramiel bueno: el caso Microsoft
Resulta que cuando Commodore estaba desarrollando el PET necesitaban un BASIC. Como bien sabemos, este lenguaje se había convertido en el estándar de facto de la industria de ordenadores personales, y todos los que salían incorporaban alguna versión del mismo. Lo más habitual era licenciarlo, siendo Microsoft el estándar al haber sido el primero en salir con el MITS Altair 8800. Como muchos otros empresarios de la época, Jack Tramiel se reunión con un jovencito Bill Gates para negociar la licencia de su BASIC. Por aquellos entonces, Microsoft desarrollaba versones del BASIC para los distintos microprocesadores que había, de forma que tú comprabas la licencia del procesador que llevara tu ordenador y ellos después lo «personalizaban» según las características de tu máquina en concreto. La licencia era por procesador, de forma que si vendías 10 pagabas una mierda pero si vendías millones, como Apple con el Apple ][, pagabas una pasta gansa a Microsoft.
Pero esto a Jack Tramiel no le convencía. Gates pedía en concepto de royalties unos $3 por cada PET con MOS 6502 vendido, pero para Tramiel eso era como casarse, y él ya estaba casado. Más o menos, ese fue su argumento dado a Gates. Lo que él solicitó fue una licencia a perpetuidad, y tampoco quería que apareciera la palabra Microsoft por ningún sitio. A Bill Gates no le hacía mucha gracia el acuerdo, pero a fin de cuentas, ¿cuántos PETs podría vender Commodore? Así que el acuerdo se cerró por $25.000. Salvo que Commodore consiguiera vender más de 8.333 PETs, el contrario le sería a Microsoft incluso beneficioso. Y pensemos que en los primeros tiempos del PET Commodore no era capaz de fabricar más de 40 ordenadores al día. Parecía hasta un buen acuerdo para Microsoft.
Sin embargo, como sabemos, Commodore sacó más ordenadores con ese procesador. El VIC20, el C64 y hasta el C128 lo llevaban. Y como el contrato de Microsoft es por procesador y a perpetuidad, Commodore se ahorró millones de $ a pagar a Microsoft pudiendo llevar su BASIC. La tortilla daría la vuelta después, cuando Commodore quisiera licenciar el BASIC para el Amiga, pero eso ya es otra historia que no viene al caso.
El Jack Tramiel malo
Y ahora vamos a hablar un poco de por qué Jack Tramiel podía ser un buen empresario siendo mala persona. Una práctica que el bueno de Jack hacía para abaratar costes era, aparte de negociar bien como con Microsoft, algo que será legal pero que es muy poco ético. Una práctica común en la Commodore de los años 60 y 70 era comprar grandes lotes de productos a pequeñas empresas y, cuando el plazo de entrega estaba próximo a finalizar, cancelar el pedido. Normalmente la empresa pequeña no era capaz de hacer frente a las facturas ocasionadas por el pedido grande de Commodore (materias primas, almacén, coste de fabricación, salarios…) y quebraba. Al entrar en concurso de acreedores, la empresa era liquidada vendiendo entre otras cosas su stock en almacén, así que Jack sólo tenía que entrar en la subasta para comprar ese stock por una fracción de su coste de fabricación. Así era como el bueno de Jack avanzaba abaratando costes, sembrando a su paso el campo de «cadáveres».
De estrella a estrellado: el caso Atari
Atari no necesita mucha presentación. Fue la empresa que creó la industria de los videojuegos, convirtiéndose en el primer gran gigante de la misma y casi llevándosela por delante en EEUU con su abrupta caída. Pero aunque así como resumen la historia está muy bien, hay que profundizar un poco más en cómo pasan las cosas para entender todo lo que pasaría en 1984.
A mediados de los 70 Atari ya era una floreciente estrella en el mundo empresarial. Había creado Pong, se había hecho de oro vendiendo el juego, y estaba ganando mucho dinero tanto con nuevas máquinas arcade como con la versión doméstica del Pong. El problema de esta versión doméstica es que con ella sólo se podía jugar al Pong. Era un videojuego de Pong, y nada más. En aquel momento, al igual que con los arcades, era todo hardware dedicado y sólo se podía jugar al juego que fuera. Para las nuevas generaciones es difícil de entender, pero si te comprabas un Pong no podrías jugar al Breakout, de la misma manera que si te compras un Parchís no puedes jugar con eso al ajedrez.
De la creación de la Atari VCS 2600 se ha hablado mucho, hay libros, documentales y hasta podcasts dedicados, así que haré un muy breve resumen de todo ello. En Atari se les ocurrió la idea de crear un sistema doméstico con juegos intercambiables. Pero si crear una consola es en general muy caro, en los 70 con el tamaño del mercado que había era en comparación mucho más arriesgado. Atari no podía hacer frente a los $100 millones que estimaron que costaría hacer una cosa así, por lo que se buscó financiación externa. ¿Y cómo se consiguió? Vendiendo la empresa a un gigante con recursos económicos suficientes, en esta caso la Warner.
Atari consiguió sacar al mercado la VCS, pero por desgracia ni en 1977, año en que salió -yo ni siquiera había nacido. En fin…-, ni al año siguiente, 1978, la cosa fue muy bien. El mercado aún no estaba preparado para el concepto de consola de videojuegos, era demasiado novedoso, demasiado rompedor por muy obvio que nos parezca hoy en día.
Este arranque lento tuvo varias consecuencias. La primera de todas y a largo plazo la más importante, que el fundador de Atari, Nolan Bushnell, saliera de la compañía y le sustituyera como CEO Ray Kasar.
Pero el caso es que la VCS en 1979 empezó a remontar, vendiendo un millón de consolas y en los años venideros vendería más y más, lo que junto con la excelentísima salud del mercado arcade se creó la primera época dorada de los videojuegos. Los grandes pelotazos daban muchísimo dinero, los videojuegos molaban y no eran sólo cosa de críos o frikis como se verían sólo unos pocos años después. Como ejemplo, el malo de James Bond en Nunca diga nunca jamás monta una fiesta guapa con gente VIP y, ¿qué es lo que les ofrece? Videojuegos.
Atari crecía tanto y era tan potente en ese momento que llegó a suponer un tercio de todos los ingresos de la Warner en 1982, pero como bien sabemos en 1983 llegó el crash de los videojuegos. Atari perdió una salvajada de dinero ($500 millones) y las acciones de Warner pasaron de valer $60 a valer $20. Por casualidades de la vida, Ray Kasar aún como CEO de Atari vendió unas cuantas miles de acciones suyas minutos antes de que se dieran a conocer las pérdidas de la compañía y estas cayeran un 40% ese mismo día.
Jack Tramiel, el príncipe exhiliado
Pero dejemos a Atari lamiéndose las heridas del rebentón de la burbuja de los videojuegos y volvamos a Commodore. Aunque técnicamente hablando los ordenadores de 8 bits se usaban como máquinas de videojuegos, realmente eran ordenadores y hasta había gente que los usaba para cosas serias. En cualquier caso, Commodore iba muy bien y no se vio afectado por el crash, como la mayoría de empresas dedicadas a los ordenadores y no a los videojuegos. El C64 seguía como un tiro vendiendo salvajadas, pero la informática avanzaba a un ritmo frenético. En 1983 nace el mercado de los clónicos de PC con el Compaq Portable y Apple ya había sacado el LISA con interfaz gráfico, por lo que aunque por precio y mercado estos ordenadores no competían en la misma liga que el C64 estaba claro que a medio plazo se necesitaba un relevo generacional.
Y para ese relevo Jack Tramiel tenía un muy buen candidato: el Amiga. Crear un ordenador tan novedoso como este podía ser tan caro como crear una consola, por lo que los creadores del Amiga buscaban en 1983 desesperadamente financiación. Su intención era vender la empresa a un grupo inversor potente y a partir de ahí seguir trabajando en el ordenador, y Tramiel les ofreció inicialmente $3 por acción, valorando la empresa en unos $11 millones. Pero había dos problemas. El primero, que Tramiel no quería la empresa sino sólo el ordenador, por lo que si vendían se irían a la calle. Ricos, pero sin trabajo y sin el ordenador que llevaban años diseñando. Y segundo, que Tramiel fue rebajando la oferta constantemente hasta llegar a menos de $1 por acción. El plan de Tramiel estaba claro. Hacer una promesa inicial que colmara las necesidades de Amiga y poco a poco ir dejando pasar el tiempo hasta que la empresa se ahogara en deudas y Commodore pudiera comprar lo que quería a precio de saldo. Vamos, el tiburón Tramiel había olido carnaza y perseguía a su presa pensando que estaba al caer, pero en Amiga consiguieron la financiación a corto plazo por otro lado, así que las negociaciones se rompieron ahí.
Sin embargo, un golpe de estado estaba a punto de suceder en Commodore. Las sucesivas ventas de paquetes de acciones a Irving Gould para conseguir financiación significaba que aunque Tramiel fuera el jefe en funciones, el dueño ya no era él sino el señor Gould. Irving en general había dejado a Tramiel hacer, pero como máximo accionista de la empresa realmente él era el jefe. A medida que Commodore crecía las divergencias entre los dos fueron aumentando hasta el punto que Jack Tramiel terminó renunciando a su puesto de CEO de Commodore en enero de 1984 -como curiosidad, ese mismo mes Apple presentó el Apple Macintosh-. El motivo oficial era un desacuerdo sobre los principios básicos sobre cómo dirigir una compañía. Los motivos extraoficiales me temo que los desconozco.
Atari: más carnaza para el tiburón
Como decía, en enero de 1984 Jack Tramiel sale de Commodore por desaviencias con su máximo accionista, Irving Gould. Unos pocos meses después funda la Tramel Technology, Ltd -sí, Tramel, sin la i-, y en julio de 1984, seis meses después de su salida de Commodore, esta empresa compra la división del consumidor de Atari a la Warner. ¿Qué ha pasado aquí?
Voy a resumir mucho el tema de Amiga. ¿Recordáis cuando decía que Amiga había encontrado un nuevo socio y pudo rechazar la oferta de Tramiel aún en Commodore? Pues ese nuevo socio era Atari, que más o menos perseguía lo mismo que Commodore: su tecnología. Atari prestaba una pasta (medio millón de $) a Amiga que les permitía seguir operando a corto plazo. Pero era obvio, tanto para Amiga como para Atari, que la empresa no iba a poder devolver el préstamo, que juntando los intereses en verano del 84 ascendía a la nada despreciable cantidad de $1 millón. Lo de siempre, según los planes de Atari, Amiga quebraría al no poder hacer frente a sus deudas, y Atari, como principal acreedor de la compañía, podría hacerse con la tecnología de esta gratis. Bueno, gratis no, al precio de los $500k que les había prestado. Para una empresa como Atari con la Warner detrás, casi un error de redondeo.
Sin embargo, en un rocambolesco giro de los acontecimientos Amiga encontró in extremis en Commodore -ya sin Jack Tramiel al frente- su ángel salvador, la cual compró la compañía al completo por $4 millones, lo que permitió a Amiga devolver el millón que le debía a Atari y, así, Commodore se quedaba con Amiga al completo, tecnología y empleados.
Tras perder Atari Amiga al recibir el mismo día del vencimiento del plazo el pago del préstamo, al día siguiente, el 1 de julio de 1984, se anunciaba el acuerdo por el que la empresa de Jack Tramiel se hacía con toda Atari menos Atari Games -los juegos arcade-. Probablemente el interés de Jack por Atari viniera del acuerdo por Amiga. Estas cosas no se resuelven de un día para otro, llevan su tiempo, así que dudo que el 30 de junio Jack presentara su oferta, aunque quien sabe. Casi seguro que tanto Atari como Jack contaban con tener la tecnología del Amiga en su poder el 1 de julio, pero en cualquier caso el hecho es que el 1 de julio la Tramel Technology se hacía con Atari y se enfrascaba en el desarrollo de un ordenador de 16 bits de nueva generación. Recordemos que aún estamos en la época en que el PC no ha impuesto su ley, cada ordenador que salía era incompatible con todos los demás. El Macintosh no era compatible con el LISA ni con el Apple ][, para hacernos una idea de lo que preocupaba la compatibilidad en aquellos momentos.
Pero lo mejor de todo esto no es que Jack Tramiel comprara a través de su empresa a Atari, sino a qué precio. Recordemos, Atari había sido un cohete dentro de la Warner pero el sector se había ido literalmente a la mierda y pasó de facturar en EEUU unos $3.000 millones al a sólo $100 millones. Las pérdidas eran increíbles, estaba Atari hundiendo a la Warner en bolsa, y en Warner tenían dos opciones: o cerrar Atari o venderla tal cual estaba. Y ahí llega la oferta de Jack Tramiel.
Show me the money
Y esa oferta… ¿de cuánto dinero estaríamos hablando? Pues de unos nada despreciables $240 millones. Pensemos que Atari hizo perder a Warner en 1983 unos $500 millones y que todo el sector no había facturado más de $100 millones en todo el año. Visto así, $240 millones parece un buen precio, ¿verdad? Pues ahora viene lo bueno. La oferta de la Tramel Technology fue hecha parte en acciones y parte en efectivo. La parte en efectivo fue de $50 (no, no falta nada. Cincuenta cochinos dólares). La parte en acciones, $240 millones. Así, la Tramel Technology se quedaba con el negocio de Atari, su nombre, patentes, canal de distribución, etc, es decir, todo menos la parte de arcades, a cambio de vender un porcentaje de la Tramel Technology valorado en $240 millones.
Y… ¿de qué se componía la Tramel Technology? ¿Qué es lo que tenía valor para que un porcentaje de sí misma se valorar en $240 millones? Pues no poca cosa, la marca comercial de Atari, las patentes de Atari, las IPs de Atari, el potente canal de distribución de Atari… ¿se ve en qué consiste la jugada maestra de Jack Tramiel? Acababa de comprar Atari por $50, porque el resto del pago fue hecho por una porción del valor contable de lo que acababa de comprar.
Claro, viendo esto cabe pensar si en Warner eran tontos o qué. Para responder a esa pregunta, hay que ponerse en su lugar. Las cuentas de resultados de la Warner estaban muy lastradas por Atari, sus acciones se habían despeñado y no tenían pinta de haber tocado fondo. Los arcades aún daban dinero, pero el sector doméstico -videoconsolas y ordenadores- eran un pozo sin fondo. Con esta venta Warner conseguía dos cosas.
- Independizar los resultados de Atari de los suyos propios. Es decir, si Atari pierde pasta va a su cuenta de resultados, no a la de Warner.
- Hacer magia contable y transformar $500 millones de pérdidas en $240 millones de ingresos, aunque fuera todo sobre el papel.
Si Jack Tramiel conseguía reflotar la compañía su participación de $240 millones aumentaría. Y si no lo conseguía y terminaba quebrando… bueno, es una inversión que ha salido mal. A las malas serían unas pérdidas limitadas, más estaba perdiendo Warner manteniendo a flote Atari. En cualquier caso, Jack Tramiel cambió el nombre de su empresa de Tramel Technology a Atari Coroporation.
Está claro que quien más tenía que ganar de todo esto era Jack Tramiel, que consiguió una multinacional gratis, y por todo eso creo que merece la pena recordar todo este negocio como una brillante operación suya. ¿Qué os parece a vosotros? ¿Le decimos a Tim Coock que compramos la división de iPhone de Apple por $500.000 millones, el 49% de la nueva A.C.H.U.S. Company?