La breve historia de los Trackers
Seguramente sabrás lo que es un tracker. A lo mejor, no. Pero estoy seguro que sí has escuchado la música que podía crearse con este software. Porque un tracker es, simplemente, un programa para hacer música.
Pero para entender como lo hace y lo importante que es, antes debo contarte algo.
Vamos a situarnos al principio de la era de los videojuegos…
Los ordenadores llevaban las cuentas de las grandes corporaciones y bancos; manejaban cantidad inmensa de datos y resultaban la mar de aburridos. Pero para los programadores, era un reto convertirlas en máquinas de juego aunque solo fuera un rato. Así fue, como crearon videojuegos para hacer más atractivo el uso de los ordenadores y, como no, echar de vez en cuando una partidita al solitario (sustitúyelo por cualquier juego para pasar el rato).
Pronto, los fabricantes de ordenadores se dieron cuenta de las posibilidades que podían tener al sacar videoconsolas y arcades como máquinas de juegos. Pero claro, no les bastaba con los simples sonidos generados por el procesador de disparo, bombas y muerte que sonaban por el altavoz; para hacerlos más atractivos debían incluir música.
A finales de los 70, el Atari 2600 consiguió generar dos tonos a la vez y permitió que la música sonara junto a los efectos de sonido. A posteriori, apareció Pac-Man, el mítico juego que incluyó trozos musicales al comienzo y entre las fases.
Poco a poco fueron incorporando mejores procesadores y añadiendo chips de sonido especializados a las máquinas, creando así arcades más ruidosos y musicales (una característica muy importante para atraer público a los salones de juegos).
A partir de los 80 y con la entrada de los sistemas basados en el Motorola 68000 y los chips FM de Yamaha se aumentó el número de canales posibles permitiendo generar desde 4 a 8 e incluso más sonidos a la vez.
Por ejemplo, la Colecovision de 1982 generaba 4 canales simultáneos y en 1983 la Famicom, más conocida como la NES, contaba con 6 canales en total (uno de ellos para sonido muestreado en PCM).
Pero nuestra joya de la corona y pieza fundamental en esta historia es el Commodore 64 que fue lanzado en 1982.
Este ordenador personal incluyó un chip capaz de producir efectos de filtrado y diferentes tipos de formas de onda.
El SID (Sound Interface Device) fue creado por la empresa MOS Technology y se usaron varias versiones en los diferentes ordenadores Commodore de la época.
Llegados al año 1986, el compositor y programador alemán Chris Hülsbeck (ver foto principal) creó un software llamado “Soundmonitor” que aprovechaba las características musicales del SID del Commodore 64.
Este programa permitía tocar hasta 3 instrumentos a la vez y las piezas musicales creadas con el podían ser reproducidas independientemente por una rutina de programación llamada “Musicmaster”.
Esto permitió facilitar el trabajo de los programadores al incluir la banda sonora a los videojuegos. Tan solo les bastaba unir al juego la música ya programada con esta rutina.
La revista especializada “64’er” publicó el código del programa dándole así la máxima difusión.
Este primitivo tracker fue muy popular y ayudó tanto a músicos como a programadores a lanzarse al mundo de la música.
De hecho, el mismo Chris Hülsbeck compuso un montón de temas musicales y piezas importantes. Entre ellas destacan las bandas sonoras de los videojuegos “The Great Giana Sisters” y “Turrican”.
A toda esa música generada por el SID de Commodore se le llamó Chiptunes. Y muchos eligieron ese estilo para sus composiciones.
Aunque, él también alemán, Karsten Obarski sacó más provecho a todo este lío. Cuando un amigo le pidió que compusiera la banda sonora del juego Amegas en su Commodore Amiga se dio cuenta de lo tedioso que consistía introducir los códigos de las notas durante la programación del juego.
Así que, basándose en el trabajo de Hülsbeck, creó un software que facilitaba la tarea y que posteriormente se ha considerado como el primer tracker de la historia.
Lo llamó Ultimate Soundtracker y el programa permitía tocar hasta cuatro instrumentos a la vez gracias al chip de sonido llamado PAULA que incorporaba el ordenador.
También permitía usar sonidos muestreados de 8-bits, lo que amplió el catálogo de instrumentos y aumentó las posibilidades de los músicos.
Los archivos generados por este tracker se nombraban con la extensión .mod, por lo que las canciones compuesta por trackers comenzaron a llamarse módulos.
A partir de aquí comenzaron los años dorados de la música tracker.
Diferentes programadores crearon trackers para diferentes plataformas que añadían, entre otras características, más voces simultáneas.
Nombraremos, por ejemplo, al Noisetracker, Oktalyzer, Protracker o Octamed; todos de Amiga.
Se hizo mucha música durante este tiempo y se popularizó compartir los módulos entre amigos.
Pero como realmente se extendió fue con los piratas informáticos. Como hoy en día, todos queríamos tener el mejor software al mejor precio y la rama negra de los hackers, los crackers, sabían como obtenerlos.
Eran grupos de aficionados a la informática que se divertían rompiendo la seguridad de las licencias de los programas más notables del momento. Y como buenos “pandilleros” firmaban su trabajo con orgullo y para competir con otros grupos.
Era muy fácil encontrar estos cracks que nos permitían liberar aquellos programas tan deseados de sus licencias de evaluación de 30 días. Los cracks consistían en pequeños programas que te ofrecían una serie de gráficos al compás de una canción tracker y luego te instalaban la licencia (y a veces, algún virus).
Toda la parte de introducción audiovisual del cracker se la llamó comúnmente “intro”. Poco a poco estas intros evolucionaron en auténticas demostraciones de poder. Así fue como comenzaron a exponer estas demos en ferias y eventos donde competían. En muy poco código ofrecían un espectáculo de gráficos y música.
Todo este movimiento fue llamado la Demoscene y forma parte del periodo más fructífero de la informática. De aquellos grupos de programadores salieron los modernos trackers y muchos de los componentes se incorporaron a las empresas como las que solían crackear (vaya ironía ¿no?).
Ya entrados en los años 90 y con la entrada de los maravillosos ordenadores personales compatibles IBM-PC, los trackers comenzaron a mudarse a esta plataforma para suplir las carencias de sonido de los antiguos ordenadores.
Con la entrada al mercado de la tarjeta de sonido Soundblaster de la empresa Creative Labs y del sistema operativo MS-DOS, los trackers consiguieron posicionarse como la plataforma favorita para componer música.
Programas como Scream tracker, Impulse tracker o Fasttracker 2 llevaron los módulos a un nivel superior porque añadían la posibilidad de trabajar con sonidos muestreados a 16bit calidad CD y con más canales (hasta 256).
Mientras los videojuegos pedían cada vez más requerimientos, las tarjetas de sonido se iban modernizando.
Empezaron a incluir chips sintetizadores que emulaban los sonidos de las grandes marcas como el MT-32 de Roland. Y otras, como la Gravis Ultrasound, permitían almacenar muestras de sonido en un banco de memoria. Todos estos avances fueron aprovechados por los trackers.
A partir de la entrada de Windows y Linux los trackers comenzaron a modificar su forma de componer añadiendo más posibilidades incluyendo instrumentos virtuales, efectos DirectX, conexiones a otros secuenciadores, modo gráfico, etc.
Personalmente quiero nombrar el tracker Jeskola Buzz del finés Oskari Tammelin que incluye todo lo dicho y que para la comunidad, es un software muy práctico y productivo.
Hoy en día, los trackers, se siguen utilizando y aún generan buenas composiciones. Hay todo un mundo de posibilidades para lanzarse a usar un tracker.
Están en numerosas plataformas y hay una gran comunidad detrás. Puedes encontrar el que mejor se adapte a tus necesidades en la web Ultimate Music Tracker Base (https://trackerbase.blogspot.com/).
Y para escuchar canciones la web The Mod Archive (https://modarchive.org/) tiene un gran catálogo. La mejor opción para empezar es coger un módulo y averiguar como funciona.
Los trackers son muy intuitivos.
Los módulos se dividen en patrones y estos contienen los canales de una continuidad definida (normalmente 64 casillas). Cada casilla es una nota de un instrumento.
Así, y como de una partitura enrollada de una pianola, el programa reproduce cada casilla al ritmo fijado. Se usa la notación musical anglosajona que reemplaza la notación latina que todos conocemos.
Las notas DO, RE, MI, FA, SOL, LA y SI son las letras C, D, E, F, G, A y B. Un número a continuación de la nota define la octava y los otros números controlan el instrumento y los efectos (según cada programa).
Como ya he dicho, los instrumentos pueden ser archivos que contengan muestras de sonido (tipo .WAV), instrumentos MIDI o usar el editor de samples que traen muchos para crear los tuyos propios.
Como ves, con muy pocas herramientas cualquiera puede componer un temazo que sea el éxito del verano. Muchos grandes compositores comenzaron su carrera componiendo en un tracker como Aphex Twin, Axwell, Deadmau5, Calvin Harris entre otros.
¿Quizás, el próximo seas tú?
Referencias:
– https://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%BAsica_de_videojuegos
– https://es.wikipedia.org/wiki/MOS_Technology_SID
– https://es.wikipedia.org/wiki/Chris_H%C3%BClsbeck
– https://es.wikipedia.org/wiki/tracker_(software_de_m%C3%BAsica)
– https://es.wikipedia.org/wiki/Chris_H%C3%BClsbeck
– http://www.vgmpf.com/Wiki/index.php?title=Karsten_Obarski
– https://en.wikipedia.org/wiki/Ultimate_Soundtracker
– https://www.emezeta.com/articulos/trackers-componer-musica-por-ordenador
– https://www.musictech.net/guides/essential-guide/history-of-trackers/
– https://en.wikipedia.org/wiki/Demoscene
– https://es.wikipedia.org/wiki/Sound_Blaster
– https://en.wikipedia.org/wiki/Gravis_Ultrasound
¡Excelente artículo! Me lo he leído de tirón. Muy informativo puesto que no sabía nada de todo esto de los trackers.
Me alegro que te guste. Ahí mundos nuevos por explorar y la música informática es uno de ellos!