Concurso programación 2023

Cuando estaba en el instituto me pasó una anécdota curiosa relacionada con el DIV. Eran los 90 y en clase había una cruz de hierro bastante pesada encima de la pizarra, sujeta con nada, simplemente apoyada en el marco de la pizarra y dejada caer contra la pared. En el descanso entre clases intentamos convencer a un colega de que le diera la vuelta a la cruz (porque éramos muy satánicos y cool), nos costó lo nuestro pero el chaval se vino arriba y lo hizo. Entonces llegó la profe de ciencias, comenzó a escribir la lección del día, y llegó a un punto en el que se lio a dar golpetazos con la tiza para enfatizar algo. Cada golpe hacía vibrar la cruz invertida de forma violenta, y nuestras risas se apagaban mientras la profe, nuestra querida Célula, seguía dando golpes en la pizarra. La cruz terminó perdiendo el punto de apoyo, volcó, gritamos a la profe para que se apartara, salvándola de un golpe feo, y acabó cayendo al suelo y reventando una baldosa. Por suerte nadie se chivó de nuestro acto de terrorismo adolescente, y todo quedó en un accidente en el que se comió la culpa el conserje por no tener la cruz bien fijada. Yo me había comprado el DIV2 hacía unas semanas, me había empapado del manual y los ejemplos, y por fin tuve la excusa para hacer mi juego. Todo dentro del IDE, dibujé un fondo con la pizarra y demás, sprites para la profesora, la cruz, un powerup y una explosión con el generador. Con estos elementos hice un jueguecillo en el que a la pobre Célula le iban cayendo cruces de la parte superior de la pantalla, con trayectorias y velocidades aleatorias. También podía acumular un powerup que aparecía de vez en cuando y hacía explotar todas las cruces que hubiera en pantalla. Además había un contador con las cruces esquivadas. Metí el juego en un disquete y lo instalé en los ordenadores del aula de Informática. Al poco tiempo se había extendido por todos los PC del instituto, y aunque era una auténtica mierda, fue la comidilla durante un tiempo, y hubo auténticos piques por ver quién tenía la puntuación más alta. Tampoco había la posibilidad de guardar las puntuaciones, y pronto corrieron leyendas urbanas de high scores imposibles. Unos años después volví al instituto para alguna gestión, y me encontré al hermano pequeño del colega que invirtió la cruz. Le conté la anécdota, a lo que respondió, «¿Fuisteis vosotros, cabrones?». Resulta que el juego seguía instalado en uno de los viejos PC, y aún lo jugaba algún alumno. Mi jueguecillo de mierda había trascendido a las nuevas generaciones. Esta fue mi primera experiencia con el desarrollo y distribución de juegos, todo gracias a esa maravilla llamada DIV Games Studio. Gracias a los creadores y a vosotros por recordarla en estos programas. Un saludo, gente, y perdón por el tocho.

Pues se cierra este concurso a la espera del fallo del jurado. 😉